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sábado, 30 de abril de 2016

BDSM, consenso y maltrato

El otro día me invitaron a hablar en público sobre BDSM. Representaba a mi asociación de sexualidad no convencional y mi posición era contestar a preguntas sobre el tema que me lanzaría la persona que dirigía el acto. La primera fue, por supuesto, “¿cuál es la diferencia entre BDSM y maltrato?” Digo “por supuesto” porque es la primera cosa que te preguntan siempre cuando hablas de BDSM, igual que cuando empiezas a hablar de poliamor inmediatamente te interrogan sobre los celos.

La respuesta tópica a esa pregunta es hablar del consenso. Una relación BDSMera es consensuada; una relación de maltrato, no. En el BDSM ambas partes aceptan realizar algunas prácticas raras porque les gusta y les excita. Hay límites, hay diálogo, hay negociación y hay formas de parar a tiempo, cosas que nunca admite un maltratador. Hay incluso protocolos, como el SSC o el RACSA, que pretenden servir de guía para diferenciar una relación sana de una tóxica.

Sin embargo, en aquel momento esta respuesta me parece insatisfactoria. No porque sea falsa, que no lo es (la diferencia entre maltrato y BDSM es precisamente la que he descrito) sino porque es un poco inútil para tratar con este tema en el día a día. Me explico: en toda relación de maltrato (1), lo primero que hace el maltratador es hundirle la autoestima a la víctima (2). Antes de que caiga el primer golpe, o incluso en casos donde nunca cae ninguno, la víctima está emocionalmente enganchada a su maltratador y llega a pensar que se merece lo que le está pasando. También puede autoengañarse y, para no reconocerse como víctima, creer que está de acuerdo con una situación que en realidad la está destrozando.

En ese punto, la diferencia entre consenso y maltrato se difumina, al menos desde la perspectiva del tercero bienintencionado. Pensé en el siguiente caso: viene una amiga tuya y te cuenta que su novio, de forma habitual, se dedica a humillarla, a pegarla dejándole marcas y a darle órdenes sobre cómo tiene que vestir. Cuando tú te alertas te dice que te tranquilices, que es una relación BDSM, que es consensuada y que a ella le gusta. Frente a ti hay una apariencia de consenso que no sabes si es verdadera o falsa. ¿Qué haces? ¿Cómo sabes que es verdad? ¿Llamas al 016 o le felicitas por tener una vida sexual tan variada?

Todas estas razones pasaron por mi cabeza en un segundo. De repente, contestar con una referencia al consenso me parecía insuficiente. Pero algo tenía que decir. La solución vino de mano de una charla sobre maltrato en relaciones no normativas a la que fui hace un par de años y cuyo texto he repasado hace poco. Allí se decía que para identificar una situación de maltrato no es tan importante lo que hace el supuesto agresor como lo que siente la supuesta víctima. Si la supuesta víctima está feliz y vive sin miedo, entonces no es tal víctima. Por el contrario, si está a la que salta, tiene miedo de oír la llave en la cerradura, se pone nerviosa cada vez que habla del tema… alerta roja.

Utilicé esa información para contestar, y me sorprendió constatar que varios colegas míos del mundillo me comentaron este punto de manera positiva. A veces descartamos demasiado rápido la posible relación entre maltrato y BDSM. Es comprensible, porque estamos hasta las narices del estigma. Pero la comunidad BDSM no es perfecta: en ella hay abusos, machismo y gente tóxica, como en todas partes. Dado que el BDSM está de moda, temo también que empiecen a aparecer maltratadores que lo usen de excusa. Así que será mejor que le dediquemos a este tema una atención más profunda, que salgamos del “si es maltrato no es BDSM” (lo cual es, como digo, cierto pero poco útil) y que comencemos a buscar herramientas para combatir la toxicidad dentro del mundillo.

En conclusión: si tienes miedo de que alguna amiga tuya que practica BDSM esté siendo maltratada, no preguntes por las prácticas que realiza con su pareja. Éstas son irrelevantes o, como mucho, sirven como corroboración secundaria. Indagad sobre sus sentimientos. Mirad cómo habla de sus sesiones, qué cara pone cuando las describe: ¿es entusiasmo o es miedo? Preguntad por el respeto a los límites o por la forma de negociar: no os quedéis en sus valoraciones, tratad de ir a los hechos que hay detrás. Buscad otros indicadores diferentes a la mera afirmación de que todo va bien.

El BDSM es un espacio de juego, de exploración y de placer, y por ello tiene que ser un espacio de libertad. Para ello debemos mantenerlo seguro. Si no lo conseguimos, hemos fracasado como comunidad.









(1) Usaré como ejemplo la violencia de género porque es prototípica y se adecua a este contexto, pero lo que voy a decir sobre el maltrato puede aplicarse a toda clase de relaciones tóxicas: bullying, maltrato de progenitores a prole, acoso laboral, etc.

(2) Y por eso es tan absurda esa especie de dicotomía que planea por ahí que diferencia entre “maltrato de hombres (=físico)” y “maltrato de mujeres (=psicológico)”.






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14 comentarios:

  1. Leído y muy interesante. Es verdad que se usa mucho el "la diferencia entre el BDSM y el maltrato es el consenso", que es verdad, pero ¿hasta cuántas veces se puede utilizar para ocultar un verdadero maltrato?

    Por fortuna no he conocido en persona a gente del entorno BDSM que esté en un maltrato encubierto, he visto gente que lo disfruta, que fuera del juego son amigos o incluso pareja y todo es sano, hay un "aftercare" después que ayuda no solo a sentirse mejor, sino a reforzar los lazos... Pero si te paseas por Fetlife, por ejemplo, te encuentras esa toxicidad más de lo que te gustaría, se te revuelve el estómago cómo enmascaran el abuso y el maltrato con lo que es una práctica sexual, un juego.

    "Si no hay consenso no es BDSM" es cierto, pero como también dices, insuficiente. Y ya no solo por todo lo que hay que luchar dentro del mundillo, sino de cara a la gente fuera del mismo, que igual se cree que "50 sombras de Grey" es la realidad del BDSM cuando realmente muestra lo peor de las relaciones humanas disfrazadas de bondage y fetichismo.

    Hay mucho que hacer, sí. Lo importante es darse cuenta y seguir luchando.

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    1. Yo tampoco he conocido a nadie que viviera una relación de maltrato, pero sí me han hablado de casos, he leído denuncias en Fetlife y conozco a algún prenda del cual no me extrañaría nada. Verbi gratia: el otro día un pavo se presentaba en Fetlife como "dominante, celoso y autoritario". Son rasgos que pueden cuadrar dentro de una sesión, pero leer que alguien los usa para definirse a sí mismo da verdadero mal rollo.

      Por eso he escrito esto, porque un maltratador puede generar una apariencia de consenso donde no hay sino manipulación y abuso. Me alegro de que te haya gustado :)

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  2. Nunca he practicado BDSM, pero pensé que sentir "miedo" era parte de la gracia (al menos así me lo explicaron), como cuando se ve una película de terror; no miedo real, ojo. Ahora estoy confuso. Con esto no quiero contradecir lo que has expuesto, que obviamente lo suscribo, solo que tengo esta duda. Gracias de antemano :)

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    1. Me parece una duda razonable. A ver si logro hacerme entender.

      En una sesión de BDSM se pueden generar muchas emociones, y una de ellas es el miedo. Una pareja puede perfectamente jugar a que la parte "top" asusta a la parte "bottom", por ejemplo exhibiendo armas u objetos punzantes, amenazando, negándose a tranquilizar a la otra parte, etc. Y ese miedo es correcto y adecuado, porque termina cuando la pareja deja de jugar y luego hay un rato de cuidados ("aftercare") para volver a la realidad. Si la sesión ha salido bien, las dos partes están deseando repetir.

      Por el contrario, cuando alguien sufre maltrato, no tiene esa clase de miedo. Es un miedo real, no fingido, porque siente que procede de circunstancias que no ha pactado y sobre las que no tiene control. Pongamos el ejemplo de un chaval que sufre bullying: lo común es que quiera alejarse del instituto, no volver a él. Si habla de sus experiencias en las aulas no lo hace con cara de felicidad y no insinúa que le resultan gratas. Al contrario, lo más probable es que primero oculte lo que pasa y que luego se derrumbe.

      La comparación que haces con ver una película de terror es muy adecuada. En una sesión de BDSM, al igual que en una peli de miedo, puedes parar cuando quieras. Sabes que no es real, que el asesino en serie de la pantalla (o que la persona que te está dominando) no te va a hacer ningún daño. Tienes el control, y eso hace que no sea miedo de verdad, sino solamente un cosquilleo agradable con el que se puede disfrutar.

      En definitiva, la diferencia entre el miedo que puede sentir alguien en una sesión BDSMera consensuada y el miedo que siente alguien que sufre maltrato es la diferencia entre el juego y la realidad.

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  3. Hola! Yo pensaba que otra diferencia es que el BDSM era sólo un juego de cama, una manera de vivir la sexualidad; y que las relaciones de poder se limitan a ese ámbito. Es decir... nunca he estado en una relación de BDSM, pero no me la imaginaba como una relación en la que el dominante te dice cómo vestir(fuera de la cama) o con quien puedes o no salir, etc. Es decir... yo lo veo como algo sexual que no se extiende a los demás aspectos de una relación...

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    1. Esto tiene que ver con la forma de entender el BDSM. Hay quienes lo entienden como tú, como un juego de cama que se practica en sesiones con principios y finales claros. Pero también hay quienes practican 24/7, es decir, viven de alguna manera "siempre en sesión". Ninguna de estas dos formas es "la verdadera": ambas son válidas y entre ellas hay un recorrido muy amplio con muchas formas de entender el BDSM.

      ¿Ejemplos? Los que quieras. Puede haber parejas a las que les excite que la parte sumisa vaya a trabajar con un juguete en su interior, o que salga a la calle con ropa interior considerada socialmente impropia (bragas en un tío, por ejemplo), o que vista provocativa. Puede haber parejas que queden para unos azotes en un baño público. Puede haber parejas que acudan a fiestas BDSM en rol, mientras que otras prefieren no hacerlo. Puede haber sumis que disfruten dando pruebas de su entrega en el día a día, por ejemplo siendo extremadamente corteses hacia su dominante cuando están en una quedada con amigos, etc.

      Y, por supuesto, hay límites que nadie sensato cruzará nunca, ni siquiera en la relación 24/7 más intensa del mundo. Ningún/a dominante le joderá oportunidades laborales a su sumi, le impedirá salir con sus amistades o le fastidiará las relaciones con su familia. Salvo si hablamos de maltratadores, en cuyo caso intentarán hacerlo sea cual sea el tipo de relación.

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  4. Me ha parecido muy interesante el enfoque que has hecho sobre que lo importante para identificar un maltrato es centrarse en la víctima, la verdad es que estas son siempre las grandes olvidadas y lo considero un error, porque identificar a un maltratador “desde fuera” puede ser casi imposible.

    Con tu permiso te voy a hacer una pregunta sobre el tema que lleva un tiempo corroyéndome. ¿Es cierto que el aspecto físico y la forma en que te perciben los demás pueden condicionar el rol que se lleve al practicar BDSM? Me explico, hace un tiempo estuve hablando del tema y me dijeron que en BDSM yo nunca podría ser la que llevara las riendas (¿dominatrix?). Eso lo justificaron en que tengo cara aniñada y “de buena”, además de no levantar nunca la voz, que encima tengo bastante aguda, y actuar casi siempre con mucha calma; dijeron que así no podría representar el papel porque sería imposible que ningún hombre me pudiera tomar el serio, que doy una imagen demasiado delicada para ello. Pero que en cambio tenía totalmente la pinta de sumisa por lo anterior. Eso me chocó mucho porque las pocas veces que he pensado sobre el tema, así en abstracto porque reconozco que no tengo ni idea, justo donde me veía cómoda era en el papel de dominar. Imaginarme en el otro rol me hace sentir muy incómoda porque me gusta tenerlo todo bajo control y llevo fatal que otras personas sean las que me controlen a mí, me hace sentir impotente y me dan ansiedad y angustia, así que no lo veo para nada algo que pudiera disfrutar. ¿Qué opinas?

    Ya en otro orden de cosas y saliendo del tema, por lo que no tienes que contestar si no quieres, ¿sabes dónde podría informarme de poliamor de forma fiable? La inmensa mayoría de la información que encuentro es sobre tíos que tienen o quieren tener varias novias (nunca al revés, ¡qué raro!) sin que estas se pongan celosas ni se quejen.

    Felicidades por lo interesante que es el artículo y el toque original que le has dado.

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    1. El término "dominatrix" suele reservarse a las profesionales. La palabra más correcta para alguien que domina es "dominante", "ama" o "top" (hay matices, pero vienen a referirse a lo mismo).

      Dicho esto: no, radicalmente no. Lo que te dijeron es una tontería. Una cosa es tu personalidad o tu forma normal de interactuar con la gente y otra lo que pase durante la sesión. Piensa en ello como si fuera una representación de teatro o un juego de rol: tú no interpretas sólo a personajes que cuadren con tu forma de ser, ¿verdad? Pues aquí lo mismo.

      Si lo que te atrae es dominar, adelante con ello, deja que fluya y ten en cuenta que se aprende con la práctica. Y para tu tranquilidad te comentaré que, según te describías, en mi mente aparecía una chica a la que conozco bien. Tus rasgos de personalidad son casi idénticos a los suyos... y ella domina a hombres con frecuencia y con éxito. La cosa no es tanto el aspecto físico como el que te guste y te dediques a ello con ganas. Además, piensa que, si tú quieres dominar, la contraparte también quiere someterse y va a entrar en el juego voluntariamente, por lo que cosas como tu voz y tu cara apenas son relevantes.

      Sobre lo del poliamor, si vives en Madrid o Barcelona hay una comunidad más o menos activa, que organiza quedadas y eventos. Busca por Poliamor Madrid / Barcelona. Fuera de esas ciudades, la cosa se va abriendo lentamente: esta misma semana Golfxs con Principios, uno de los referentes españoles en materia de sexualidad no convencional, ha formado grupo en Sevilla. También puedes buscar libros: "Ética promiscua" y "Opening up" están traducidos (aunque a mí el segundo no me gustó demasiado) y, si lees en inglés, he oído hablar muy bien del blog More than Two. Cualquier duda, ando por aquí ;)

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  5. Sé que no está directamente relacionado con el tema que tratas (cómo distinguir el maltrato de una relación consentida), pero al leer esto me acordé de este artículo en inglés: http://pervocracy.blogspot.com.es/2012/06/missing-stair.html

    El autor habla de que en un post anterior había hablado de forma muy vaga sobre un violador dentro de su comunidad de BDSM, y después de publicarlo los de ese grupo sabían perfectamente a quién se refería. Sin embargo, en vez de expulsarle, lo toleraban porque se habían acostumbrado a advertir a los "nuevos" de que no se quedaran a solas con esa persona.

    El autor usa una metáfora de una escalera a oscuras, sin pasamanos y con un peldaño roto: la gente, en lugar de arreglar la escalera, se adapta y salta el peldaño aunque le suponga una molestia adicional que no tienen por qué aguantar, o incluso llegan a pensar que las cosas "siempre fueron así" y no se pueden cambiar.

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    1. Qué interesante. Conozco dinámicas similares, aunque creo que no con cosas tan graves. Al final te acostumbras a que la gente tóxica está ahí y no se va a ir, y tratas de hacer eso que dices: advertir a la gente que va entrando de nuevas. Muchas personas tienen miedo de exponer públicamente a un maltratador o a alguien tóxico.

      Me quedo con la metáfora del escalón, gracias ;)

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  6. Hombre, maltrato y acoso en el bdsm se puede producir de amo a sumisa, de ama a sumiso, de sumiso a ama y de sumisa a amo, es un tema complejo, aquí se habla de eso:
    http://www.bdsmcanarias.es/cuadernos/CBDSMESPECIAL-02.pdf

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    1. Sí, yo también he leído ese número de Cuadernos BDSM. Lo que no sé es en qué parte de mi artículo digo que eso no sea así.

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  7. Vimes, en primer lugar, hablas de un montón de cosas que me interesan, si no fuese más pobre que Chaplin en 'El chico' te pagaría una cuota. Después de este halago haré un comentario posiblemente lleno de prejuicios y a todas luces ofensivo para la comunidad BDSM.

    Me gustaría hacerte una pregunta desde el más sincero paletismo: ¿cómo conjugamos el BDSM cuando la mujer actúa como sumisa también fuera del sexo, y el discurso feminista?

    He leído algunos post de mujeres sumisas y la verdad es que era como leer el discurso de una mujer de la sección femenina. ¿Qué hacemos con eso? ¿Lo justificamos con la libre elección? ¿Se trata simplemente de un juego sin fin? Me siento como un hetero preguntando cómo follan las lesbianas, pero no lo entiendo.

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    1. Siento haber tardado tanto en contestar, pero en realidad no tengo mucho que decir. No sé si ambos factores son conjugables ni he leído los textos a los que haces referencia; las mujeres sumisas que conozco suelen mantener muy separados el juego de la realidad.

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